miércoles, 7 de octubre de 2009

Las Mujeres Aderezadas

Cuanto mejor aderezado esté un potaje, más tiempo se paseará en el paladar de quien disfruta del placer de paladearlo, ¿o no?

Pues, entonces, vamos a disfrutar de estos aderezos que comienzan con quienes quieren fingir o simular ser bellas perlas de la naturaleza, aunque sean una vinagrera. El asunto consiste en la forma como destacar o brillar con luz propia o ajena, con la finalidad de obtener ventajas o lucimiento con sus entornos, capaces de despertar apetitos carnales que producen visibles desasosiegos o apetencias exigentes en los varones.

Hoy el mundo entero está contaminado de antipatía hacia la persona que posee dignidad, simplemente, porque posee nobleza y decoro, o guarda temor de quedar marginada o aislada, a causa de no pertenecer a un determinado grupo social, por motivos a veces no deseados como excitar el morbo, por el afán de exhibir sus nuevas modificaciones.

Pero como todo en la vida depende de uno mismo o del entorno social al cual se pertenece, aunque para ello haya que comenzar con el arreglo de las formas anatómicas que, además, éstas llegan por añadidura cuando estiman su presencia necesaria.

Ahora bien, nadie pondrá en duda que toda mujer desea ser apetecida por un hombre. Aunque carezca de belleza. Luego, entonces, sabedoras ellas de estas flaquezas masculinas, hacen uso de sus implantes corporales para enceguecer a quienes las contemplan con admiración, aunque sean bataclanas de las mediasnoches; condiciones necesarias si se saben que la naturaleza no les ha dado estas cualidades, queda en sus manos o en las de los cirujanos plásticos la fuente adonde recurrir cuando lo quieran o lo necesiten, para mejorar algunas partes de sus cuerpos, con el fin de gustar o producir placer en quienes las contemplan de frente o de reojo.

Cualquiera que sea el caso, aunque ofendan el pudor publico, si se sienten apetecidas, la moral pública les importa muy poco, porque en la vida todo se puede mejorar, como se hace con un desabrido manjar.

En esta observación no entran las damas que conservan el don de su distinción por su conducta respetuosa, merced de que son dignas esposas y madres de familia que más se dedican al cuidado y educación de sus hijos con el ejemplo, que acicalarse para el esplendor de las calles.

Sin embargo, en el quehacer responsable de todos los días, sin pausas ni descansos, las madres de familia siempre dan a sus pequeños descendientes, afectos y amor para toda la vida, llamándolos a su lado con diminutivos sin disminuirles el amor que le profesaron desde que éstos dieron el primer grito de espanto al nacer al mundo real.

Todos sabemos que el nombre de madre no sólo se dá a quien alumbra un hijo, si no también a quien lo cría, dentro de las normas de la buena crianza.

Tan valiosa e importante es esta labor en el desarrollo del infante, que en esa etapa se forman los hombres con determinados dones de buena conducta y sabiduría, quienes por este hecho, afloran al éxito con capacidad profesional, son precisamente las personas que han asimilado las enseñanzas de sus padres y más de lo que dá la vida.

Las mujeres condimentadas que sólo buscan el brillo de los cosméticos, tan sólo para disfrutarlo en una etapa de su existencia y de fortaleza corporal; más allá no hay otro consuelo que ayude a disminuir las penas o los latidos del corazón y el paso del tiempo vivido. Le recomendamos que bajen los párpados y no se acostumbren a sólo ser coleccionistas de admiradores.

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