Hablar oralmente o escribir sobre mitos, fábulas o leyendas; cuentos o relatos siempre será agradable al espíritu conocer, por la tradición hechos que pasaron o tuvieron vigencia en el tiempo y en un lugar determinado. Estos relatos, por lo general, tienen mucho de fantasía; a veces sueños, a veces imaginación. Lo cierto es que siempre serán referencias atractivas y cautivantes.
En este sentido, Simbal, llamado igualmente el balneario del sol de Trujillo, por el hecho de que en este lugar no se nubla el sol ni se apaga la tarde. Todo es mediodía y calor amical de sus pobladores, también tiene sus mitos, sus leyendas y sus fábulas que le dan un singular encanto, atractivo y fascinación. Por ello, como por su ubicación sobre la zona misma donde se acaba la costa y comienza la sierra. Simbal no se desliga de la cercanía de urbe trujillana; a la cual está unido por una amplia y asfaltada carretera, que los vehículos de transporte, según su velocidad, lo recorren hasta en 20 minutos en viaje directo.
LA PIEDRA PARADA
Esta es una monumental mole de piedra alargada, aparentemente labrada por manos de hombres gigantes; o simplemente, pulida por los vientos huracanados del tiempo. A la distancia parece una aguja que se va liberada al cielo. De cerca, es una masa de roca de 5 metros de grueso, con un peso calculado en no menos de 60 toneladas; de forma alargada hasta una supuesta altura de 30 metros de largo; asentada al parecer por fuerzas descomunales sobre tres sólidas piedras, en la misma cima de un pequeño cerro. Ante una atenta observación parece que ahí estuviera objetivamente, representada la ley del equilibrio estable, que los vientos huracanados y sismos y terremotos, no han sido capaces de romper su milenario reposo.
Cuando los caminantes se acercan, lo hacen cierta cautela y respeto. Pues, se tiene la impresión de que bien podría caerse encima de los visitantes, en su cúspide, las aves de rapiña abundantes por el lugar, la han convertido en lecho nupcial para fertilizar sus especies. En otros casos, para extender sus alas al sol desde horas de la mañana, a la vez que le sirve, al mismo tiempo, de atalaya para atisbar sus presas que vuelan cautelosas por los ramajes del bosque.
Fuera de estas características visibles, existe la leyenda de que este colosal masetero, fue el Intihuatana solar de los gentiles idólatras que calculaban el transcurso del día, según el tamaño y la proyección de su sombra por la tarde, y por la mañana por la forma como la luz del amanecer, va descendiendo por su talle peñascoso.
Por otro lado, el misterio de esta piedra es aún más atrayente. Mirándola desde cierto ángulo se puede apreciar una ligera saliente a manera de una oreja humana que estuviera escuchando armoniosas melodías celestiales.
Para llegar hasta ella, hay dos rutas. Una por la Quebrada de León, partiendo del distrito “la esperanza de Trujillo”. La otra saliendo desde el pueblo mismo de Simbal. Por la primera ruta se puede emplear de 5 a 6 horas de caminata. Saliendo de Simbal el tiempo casi se duplica; por cuanto hay que trasmontar los erguidos cerros que escoltan al pueblo y a su venerado Señor de la Piedad.
LOS POLLITOS DE ORO
Como las 12 horas del día, doce son los pollitos de oro que salen a piar y a picotear los alimentos que la gallina madre les escarba de la tierra, como las hojarascas que se acumulan en el curso de los surcos. El lugar por donde suelen aparecer estas raras aves, es por donde hoy existe un restaurante campestre, con el sugestivo nombre de “Río Bar”, ubicado en la hondonada misma del río Lucumar. Lugar donde antes se cultivaban grandes plantaciones de verdes cocales. Hoy solo discurren pequeños arroyuelos, los suficientes para mantener verdoroso el cause de la ribera.
Los regantes madrugadores siempre hablan de estos pollitos de oro, que a manera de trompitos eléctricos, escarban apresuradamente la tierra, preocupando a la mamá gallina que los busca con su cloqueo por el verdor de las hierbas.
LA PIEDRA DEL SOL
A diferencia de la Piedra Parada, que ya se ha descrito, ésta es igualmente una piedra enterrada hasta la altura del cuello, siguiendo la misma inclinación de la falda del cerro Chaichite. De tal manera, que toda parte plana, pulida como un rostro sin acné aparece sobresaliendo de la superficie, para mostrarnos dibujada, con pintura blanca, la figura del sol radiando su luz todo el día.
Cuenta la tradición que los primeros pobladores de Simbal del período chavinoide pulieron y clavaron esta piedra como estaca de referencia a una mina de oro macizo, que estaría en una de las quebradas del cerro Con Con, ubicado al frente, a unos 10 kilómetros de distancia. Otros dicen que fue enterrada ahí precisamente porque sobre ese lugar caen los primeros rayos de la luz del amanecer.
EL CERDITO DE ORO
Luciendo una hermosa cadena de oro atada sobre su cuello, espera las altas horas de la medianoche, preferentemente las iluminadas por la luna llena, para hacer su aparición por sobre las faldas del cerro Santa Rosa. Su reluciente presencia, frecuentemente, es observada por los noctámbulos campesinos o vecinos del lugar que suelen salir al campo para rondar sus chacras, regarlas o, simplemente, para contemplar el rielar de las estrellas en cielo.
Los que lo han visto cuentan que este marranito, es un tanto oletón. Le gusta meter el hocico por todos lados; que es travieso y muy metiche, pero a la vez, muy listo. Desaparece en un santiamén o en un triz, traz. La gente al verlo hundirse en la tierra siente un poco de temor y respeto.
viernes, 13 de noviembre de 2009
lunes, 2 de noviembre de 2009
La Autocensura Televisiva: Una Obligación Moral
Si nos atenemos al valor semántico de la palabra censura (muy antipática para muchos), veremos que este vocablo se puede explicar mejor y con más acierto para no tenerle miedo, si nos respaldamos en la fuerza moral que conlleva más que la sancionable. Porque es la fuerza moral que nutre la conciencia de los hombres en su contexto espiritual y reflexivo, realidad que nos acerca más a considerarla como el acto de comprobar, de cotejar y de revisar o criticar lo que uno mismo hace con sus actos y sus ideas. Esto es si va con la ley del Estado y con los preceptos éticos y morales de la sociedad en la cual vivimos. Incluso, si va con la ley de la naturaleza humana.
El autocontrol, no es sinónimo de tacha ni de prohibición. Es ante todo un acto reflexivo y pensante de la conciencia del ser hombre, que no viene de afuera sino de la interioridad de uno mismo. O sea, de ese sentimiento interior por el cual el ser humano valora y aprecia sus propios actos. ¿Por qué? Simplemente, porque nuestra conciencia es nuestro propio juez, nuestro propio arbitro, que regula sin vasallaje ni sumisión lo que uno mismo hace en libertad y no por la fuerza de las leyes externas.
Todo esto que nos lleve a comprender mejor, que uno mismo debe ser su juez natural, su propio censor. Y más aún, su más severo crítico para obrar con prudencia, equidad y justicia antes que las sanciones provengan de las leyes soberanas del Estado.
Para comprender mejor estas reflexiones se necesita capacidad y luz en el cerebro, para saber distinguir cuándo se obra mal y cuándo bien. El resultado será fruto del talento, de la razón y esto es lo que no tienen los que se dedican a vivir del negocio de la indecencia pública. Pero que si saben cobijarse bajo la sombra protectora de la libertad de prensa, si advertir que lo que están haciendo es depravación masiva propia de los envilecidos inmorales, con mentes grasosas donde sólo se pegan las excrecencias y las inmundicias.
Si esto no es así, preguntémonos, entonces: a quién beneficia, a quiénes educa o culturizan las figuras de prostitutas que exhiben su cuerpo desnudo para el comercio carnal? A nadie más que a los pornógrafos, proxenetas, que buscan en las noches alcoholizadas, a las colchoneras para las fotos de portadas y de páginas interiores de las publicaciones que dirigen. Esto no es hacer periodismo. Sería una ofensa y hasta una injuria si así lo fuera, sería una conversión de la profesión periodística en una herejía. Y eso es lo que deben defender hombres de la prensa honesta, por convicción y reclamo de la sociedad que se ve ofendida permanentemente con imágenes erotizantes. Razón más que suficiente para negar que la pornografía pública no es periodismo ni prensa escrita, mucho más si la comparamos con las cosas que producen repulsión, aunque a sus directores o propietarios los beneficie.
Por otro lado debemos saber que los violadores de menores, antes del rapto, ya llevan grabada en el subconsciente la imagen de la mujer (modelo) contemplada y deseada en las portadas de los impresos en los puestos de venta y en las pantallas. Y esto es así porque una niña de pocos años no excita ni insita; solamente para el violador representa a la mujer que duerme graficada en su memoria. Sobre ellos descargan su sexualidad y las gozan mentalmente aunque en la realidad, lo esté haciendo con un cuerpo ajeno de carne y hueso, existente en su memoria solamente.
Todos los violadores de menores están morbotizados por las publicaciones que se ventilan en los cordeles de venta pública y en la televisión, porque antes del rapto, ya tienen en su imaginación el patrón de mujer para satisfacer mejor sus bajos instintos. Por eso atacan y por eso violan a personas menores de edad. Pero como las víctimas lloran y gritan, tratan de silenciarlas asfixiándolas hasta su muerte, para volver, luego, a practicar la pedofilia en la complicidad del silencio.
El autocontrol, no es sinónimo de tacha ni de prohibición. Es ante todo un acto reflexivo y pensante de la conciencia del ser hombre, que no viene de afuera sino de la interioridad de uno mismo. O sea, de ese sentimiento interior por el cual el ser humano valora y aprecia sus propios actos. ¿Por qué? Simplemente, porque nuestra conciencia es nuestro propio juez, nuestro propio arbitro, que regula sin vasallaje ni sumisión lo que uno mismo hace en libertad y no por la fuerza de las leyes externas.
Todo esto que nos lleve a comprender mejor, que uno mismo debe ser su juez natural, su propio censor. Y más aún, su más severo crítico para obrar con prudencia, equidad y justicia antes que las sanciones provengan de las leyes soberanas del Estado.
Para comprender mejor estas reflexiones se necesita capacidad y luz en el cerebro, para saber distinguir cuándo se obra mal y cuándo bien. El resultado será fruto del talento, de la razón y esto es lo que no tienen los que se dedican a vivir del negocio de la indecencia pública. Pero que si saben cobijarse bajo la sombra protectora de la libertad de prensa, si advertir que lo que están haciendo es depravación masiva propia de los envilecidos inmorales, con mentes grasosas donde sólo se pegan las excrecencias y las inmundicias.
Si esto no es así, preguntémonos, entonces: a quién beneficia, a quiénes educa o culturizan las figuras de prostitutas que exhiben su cuerpo desnudo para el comercio carnal? A nadie más que a los pornógrafos, proxenetas, que buscan en las noches alcoholizadas, a las colchoneras para las fotos de portadas y de páginas interiores de las publicaciones que dirigen. Esto no es hacer periodismo. Sería una ofensa y hasta una injuria si así lo fuera, sería una conversión de la profesión periodística en una herejía. Y eso es lo que deben defender hombres de la prensa honesta, por convicción y reclamo de la sociedad que se ve ofendida permanentemente con imágenes erotizantes. Razón más que suficiente para negar que la pornografía pública no es periodismo ni prensa escrita, mucho más si la comparamos con las cosas que producen repulsión, aunque a sus directores o propietarios los beneficie.
Por otro lado debemos saber que los violadores de menores, antes del rapto, ya llevan grabada en el subconsciente la imagen de la mujer (modelo) contemplada y deseada en las portadas de los impresos en los puestos de venta y en las pantallas. Y esto es así porque una niña de pocos años no excita ni insita; solamente para el violador representa a la mujer que duerme graficada en su memoria. Sobre ellos descargan su sexualidad y las gozan mentalmente aunque en la realidad, lo esté haciendo con un cuerpo ajeno de carne y hueso, existente en su memoria solamente.
Todos los violadores de menores están morbotizados por las publicaciones que se ventilan en los cordeles de venta pública y en la televisión, porque antes del rapto, ya tienen en su imaginación el patrón de mujer para satisfacer mejor sus bajos instintos. Por eso atacan y por eso violan a personas menores de edad. Pero como las víctimas lloran y gritan, tratan de silenciarlas asfixiándolas hasta su muerte, para volver, luego, a practicar la pedofilia en la complicidad del silencio.
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