Desde que en 1936 la BBC de Londres transmitiera las primeras imágenes por televisión, ésta, la televisión, ha recorrido el tiempo y las distancias tanto del cielo y de la Tierra, con la misma velocidad de las hondas electromagnéticas. De tal forma, se ha ido posesionando de las masas, paso a paso, sin proponérselo, hasta llegar a impulsar al mundo a la diversión, de la brevedad de la vida y del desprecio ético y moral, hasta convertir a la persona humana en un simple objeto de transacción y de manipulación, en idólatra, fanático y pagano, sin fe en sus destinos y horizontes elevados, si no en la brevedad del placer de los sentidos. Ahora y no mañana.
Al decir esto sobre la televisión, como más adelante seguiremos añadiendo, no queremos pedir o sugerir que ella desaparezca. Eso sería como pedir la abolición de la medicina por que se muere un enfermo en el hospital. NO absolutamente no. La televisión es el invento más maravilloso e importante que ha imaginado el hombre. Si no porque ha caído en manos de los comerciantes fenicios que adoran más al Dios de oro y plata que al mismo Dios verdadero. Ergo, porque se ha posesionado, por intermedio de la deshonesta publicidad comercial, con la cual a manera de revolver con grandes cucharetas el sedimento de la resaca humana, para propagarlo en el mercado de las ferias o en los escenarios que la misma pantalla señala, a fuerza de repetir las imágenes en movimientos himeneos hasta la perturbación colectiva . Todo orientado al mundo de la diversión y pasar el tiempo en el roce de los sentidos.
En este campo, la televisión no valora ni respeta al ser humano. Por eso hoy solo tenemos una cultura televisiva totalmente sexista. La cultura idólatra que adora ídolos fabricados por la misma televisión, afueras de la efectividad de la moderna publicidad psicológica que sostiene que el auditorio más rentable está en las pantallas. Por tanto, el mensaje debe ir hacia el televidente que está en todas partes, emocionarlo hasta convencerlo. Hasta hacerlo sujeto seguidor de marcas, de modas y costumbres por imitación y no por convicción ni credibilidad.
jueves, 21 de enero de 2010
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